—Hola. No te esperaba aquí
¿Esperabas a alguien?
—Para serte sincero, no. Dejé de esperarte desde hace mucho.
Sabes perfectamente por qué me fui.
—Porque no me querías.
¿Seguro?
(*Suspira*)
—No. Ya no puedo estar seguro de nada.
Significa que antes lo estabas.
—Ya no importa.
¿Por qué?
—¿Crees que subí hasta acá porque no tenía nada que hacer?
Subiste porque quieres bajar, de la manera más rápida. Pero tengo una duda.
—¿Cuál?
Ya sabes, tú sabes lo que yo sé y yo lo que tú. ¿Para qué cierras los ojos? ¿Crees que desapareceré si aprietas los párpados? ¡Ábrelos!
—Te ves bien, siempre te ves bien. Hermosa.
¿Estás bien? ¿Eres feliz?
—¿Parezco feliz?
Nunca.
—Te equivocas, era feliz cuando estaba contigo. Éramos tú y yo.
Yo sé lo que tú, a mí no me puedes engañar.
—No, no del todo. Sabes bien que siempre me faltó ese algo.
¿Lo encontraste?
—Claro, por eso estoy en este precipicio con un arma cargada.
Vaya, hasta contigo mismo eres un idiota.
—Lo fui contigo.
Nadie es perfecto, pero tú juegas a hacerlo. Ese es tu problema. Nadie puede llenar tus expectativas.
—Tú las llenaste. Eras lo mejor que tenía.
¿De verdad? ¿Entonces por qué lo echaste a perder?
—Eso es lo que hago, siempre. Como sea, tú encontraste el amor.
¿Por qué lo dices?
—¡Por favor! Te casaste y estás esperando un hijo.
¿Cómo sabes?
—Tú sabes lo que yo.
Quiero que lo digas, que lo aceptes en voz alta.
—Cada día reviso tus redes sociales, te sigo desde lejos.
¿Por qué? Ha pasado mucho tiempo. Casi dos años, creo.
—Diecinueve meses, tres días y cuatro horas.
Tienes buena memoria.
—¿Cómo podría olvidar el momento en el que dejé de ser feliz?
Pensé que no eras feliz, no del todo. No lo dijiste.
—Tampoco dije que eras el amor de mi vida.
Sí lo dijiste, pero te fui dejando de creer.
—Me dejaste de querer.
¡NO!
—Te fuiste.
Tú hiciste que me fuera. ¿Ya se te olvidó lo que pasó? ¿Se te olvidó tu verdadera forma de ser?
—Soy un monstruo.
No, pero no eres el angelito que presumes. No eres la imagen que inventaste. No eres inocente en tu infelicidad.
—Claro, todos somos responsables de nuestra propia mierda. Somos como escarabajos, arrastramos nuestras porquerías.
¿Yo soy parte de tu mierda?
—Tú. Tú eres esa línea que tengo para saber que tenía algo bueno. Y la cagué.
Siempre tan extremista. Blanco o negro, luz u oscuridad, dolor o...
—Solo hay dolor.
Tú mismo te lo provocas.
—Sí, ya sé. Soy autodestructivo. ¿Y qué te importa? Vete a criar a tu bastardo, eso te hará feliz, maldita puta.
Pero yo no estoy aquí, soy feliz viviendo mi vida mientras tú estás por terminar la tuya. ¿Quién es el miserable patético?
—¿Por qué estás aquí?
Porque tú quieres que esté aquí. Tú me imaginaste.
—Siempre te estoy pensando.
Lo sé, pero nunca me habías visto tan real.
—Entonces eres...
Una alucinación.
—¿Por qué te veo?
Respuesta larga o corta.
—Acaba de anochecer, tengo tiempo.
Sí ¿verdad? ¿Quién tiene prisa por matarse?
—Espero la respuesta.
Ya la sabes.
—Quiero escucharla.
Estoy aquí porque tu mente quiere darle estructura a tu fracaso, a ese intento de ser normal, feliz o lo menos miserable que se pueda.
—Eres cruel.
Yo soy tu voz.
—¿No tienes algo lindo para decirme?
¿Quieres que trate de hacerte sentir bien? ¿Cómo?
—Eres mi subconsciente, debes saber cosas de mí.
Soy un producto de tu subconsciente.
—Para el caso da lo mismo.
¿Quieres que te salve de ti mismo?
—¿Puedes hacerlo?
Si pudiera hacerlo ¿estuviéramos en la cima de este risco a orillas de un mar tempestuoso y con una Magnum cargada?
—A veces olvido lo ácido que somos.
Mientes, nunca olvidas, siempre estás al tanto de tus defectos. Los magnificas, te encanta recalcarlos, como si fueras especial o diferente. ¿Crees que eres la persona que más sufre? ¿qué no hay nadie más miserable que tú?
—Sé que no, pero...
Pero nada. Tu vida, tu dolor, todos los fracasos y todo lo que estropeaste es porque eres tan débil que no afrontas las cosas. Prefieres huir y compadecerte de ti mismo, crearte escenarios jodidos en donde te alejas de todo. Crees que eres víctima de las circunstancias, como un pez en la corriente. ¿Qué tal si dejas de lamerte las heridas y afrontas la vida como una persona normal?
—¡Cállate!
(*Silencio profundo*)
—¿Ya no vas a hablar?
Acabas de callarme.
—¿Me harás caso?
Siempre lo hago, tú eres el jefe.
—Vaya jefe.
Es lo que hay.
—¿Crees que tenga cosas buenas? ¿Virtudes?
Todos tenemos cosas buenas y malas.
—No me vengas con clichés baratos.
Esos "clichés baratos" son verdad, por eso son clichés. ¿Por qué te niegas a ser parte del mundo? ¿A no querer ser como los otros? ¿Qué te crees que te hace especial? ¿El dolor? Genio, son más de ocho mil millones de personas en el mundo las que sufren, y muchísimas lo hacen más que tú.
—Como si no lo supiera.
Actúas como si no lo supieras, para unas cosas eres tan inocente y en otras te crees el amo del universo. El tipo con todas las respuestas está lleno de dudas.
—Te extraño.
¿Qué más?
—Aun te amo.
NO.
—Sí ¿por qué dices que no?
¿Quieres que acepte mentira?
—Quiero la verdad.
¿Estás preparado?
—Llevo toda mi vida huyendo, dice que debo afrontar las cosas.
Meterte un tiro o tirarte al vacío no es afrontarlas.
—Aun no lo hago.
¿Qué esperas? ¿Crees que algo de lo que te diga va a cambiar las cosas?
—Espero a que pase, a cada momento, aquí y ahora estando contigo (conmigo) creo que puedo rebotar ideas.
Estás loco ¿lo sabías?
—Todos lo estamos.
¿Ahora quién usa clichés baratos?
—Somos lo mismo.
¿Esto cuenta como una sesión de terapia?
—Estoy más allá, quiero una conversación.
Esto es un soliloquio.
—Es todo lo que tengo.
Es todo lo que quieres tener. Parece que te gusta mantenerte miserable.
(*El sonido de las olas golpeando las rocas adormecen la mente, las nubes arremolinadas y el viento huracanado rompen la quietud de la noche*)
—Parece que la tormenta está llegando.
¿No te da miedo?
—Vivo con miedos, miedo de fracasar otra vez.
¿Por eso no lo intentas otra vez?
(*Asiente con la mirada perdida*)
Edison necesitó más de mil intentos para perfeccionar el filamento de las bombillas.
—No quiero mil intentos, no tengo energía. No quiero ser feliz.
(*El viento mueve los árboles con violencia, un par de ramas se quiebran. *)
¿Te rindes?
—Eso parece.
Mientes. Si te rindieras ya estuvieras en el fondo del mar. Estoy aquí porque tu cerebro quiere salvarse. Es el instinto de supervivencia. Quieres que te diga que hay esperanza, que los ángeles le ganaron a tus demonios.
—¿Crees que alguien me extrañará?
Eres increíble, ignoras hasta tus propios pensamientos.
—Entonces eso es un no.
Sí, alguien deberá extrañarte.
—¿Quién?
Tus padres, hermanos, algunos familiares.
—Por estadística alguien debe extrañarme. ¿Sabe? Lamento todo lo que te hice pasar.
¿A quién le pides disculpas? ¿A ti mismo o a la chica?
—A ella.
¿Qué debe ser disculpado?
—Mi forma de ser. Tienes razón, no te fuiste, yo hice que te fueras. Con cada desplante, cada vez que te ignoraba. Me quería ir pero era muy cobarde para decirlo entonces me alejaba emocionalmente para que tú tomaras la decisión y así quedarme con la idea de que me terminaron, de que no elegí perderte. Soy un cobarde manipulador. Un demonio que hiere y se alimenta de la miseria, propia o ajena.
¿Y de qué sirve que lo aceptes? De todos modos, estás jodido.
—Eché a perder lo único bueno de mi vida, ya no hay razón de nada.
(*Se levanta y camina hacia el borde. Tiembla su mano derecha, la alza rápidamente y apunta a su cien*)
¡ESPERA!
(*Respira rápido, con dificultad. Comienza a sudar*)
¿Crees que no lo sabía?
—¿Ella sabía? Da igual.
No da igual, te diré por qué si bajas el arma.
—Soy tu jefe, dímelo de una vez. ¡Dímelo!
(*El viento ahoga su grito, suspira y baja el arma. Retrocede, se sienta a unos pasos de la orilla*)
—Mentiroso, no obedeces.
Es que tú quieres salvarte. Muy en el fondo deseas vivir e intentarlo otra vez. Eres una cáscara.
—Genial, ahora mi mente me va a traicionar.
Querías la verdad. La verdad es que has pensado tantas veces en el suicidio, pero nunca lo has intentado realmente, hasta ahora.
—Significa que algo cambió, el tiempo me asfixia... ¿ella sabía que me alejaba?
Claro, idiota ¿crees que las personas no notan cuando son diferentes con ellas? Especialmente una novia.
—Si lo sabía ¿por qué se quedó?
Las personas luchan por amor, imbécil.
—No se quedó lo suficiente.
Lo hizo, pero nadie lucha por alguien que no hace lo mismo. Cansa, las agotas, drenas todo lo bonito que sienten por ti y ese amor se convierte en odio. Cargar con los problemas personales es difícil -debes de saberlo-, cargar con los de alguien más lo es el doble; y peor cuando ese alguien parece no importarle.
—Me importaba, me importó. Tú lo supiste.
Nosotros supimos, pero ella no. Nunca se lo hiciste saber, no de la manera que debiste. Escucha, tú no quieres suicidarte. Ya has sufrido demasiado, deja de jugar a ser fuerte y acepta que tienes debilidades, como todos. Trabajar en los problemas es de valientes, aceptar las responsabilidades es cuidar de ti mismo.
—Suenas patético.
Y tú estúpido. ¿Crees que los terapeutas, tratamientos y medicinas no sirven de nada?
—No me interesa.
Pues debería. Llegaste al punto en donde estás alucinando, y ni siquiera alucinas con un dios, fantasmas sino contigo mismo, con tu parte positiva.
(*Suspira*)
—Quisiera haber hecho las cosas diferente. Ojalá no hubiera causado tanto daño, a ella, a mis padres, a todos. Siento que nunca fui suficiente para nadie, ni siquiera conmigo. Especialmente conmigo.
¿Por qué te tratas así?
—No sé otra forma de vivir.
Sabías, pero se te olvidó. Has pasado tanto tiempo revolcándote en tu miseria que estas cegado.
—Siento que eché a perder cada oportunidad que tuve para ser feliz.
¿Por qué?
—No dejo a las personas que se acerquen y cuando lo hacen las alejo, y nadie quiere eso.
¿Por qué no dejas que las personas tomen esas decisiones? ¿Por qué eliges tú por ellos?
—No lo sé, tiendo a estropearlo todo.
Busca ayuda, tienes que hacerlo.
—Pura psicología barata.
No quieres ayuda porque quieres sufrir y sentirte miserable. Así crees que te haces responsable de cualquier cosa, pero la forma de obtener el perdón por algún daño causado no es engendrar más dolor. Te lastimas, te dañas. Te odias. Deja de lastimarte.
—Por eso estoy aquí, solo quiero dejar de sufrir.
- J. A. Valenzuela
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Me gustó mucho tú escrito, refleja la realidad de muchas personas.
ResponderBorrarMuchas gracias, todos, en cierta medida, estamos locos.
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