Mesero, por favor, sírvalo despacio, que quiero disfrutar el dolor.
Tráeme recuerdos fríos para tomarlos con fastidio, tal vez sean amargos, pero me ayudan con mi delirio.
El paseo se acabó, nada más cruel que tu adiós; necesito y pienso tomar un veneno pues aquél tierno beso me mató.
Mesa para uno, soledad para dos, este plato es oportuno nunca supo mejor.
De aperitivo tu alma en trocitos, tu lengua mentirosa ya no será escandalosa.
Me comeré tu ser con delicioso placer. Soledad para dos, vaya manjar de pasión.
- J. A. Valenzuela
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